Cambiar nuestra actitud hacia la movilidad es imprescindible
La transición a modos de transporte activos, como caminar y montar en bicicleta, tiene numerosos beneficios para la salud pública y el medio ambiente. Sin embargo, su adopción sigue siendo limitada debido a la arraigada preferencia por la movilidad motorizada. Es una situación que requiere resolución política y transformaciones estratégicas del espacio público para que cambie. Estas transformaciones deben anteponer la comodidad y la seguridad de los usuarios. La preocupación por la seguridad es uno de los principales obstáculos a la generalización del transporte activo. El reto, por tanto, es proporcionar una infraestructura de transporte activo que garantice una movilidad segura y reduzca al mínimo los conflictos con otros modos de transporte.
En la práctica, esto puede adoptar la forma de infraestructuras designadas (vías rápidas para bicicletas, carriles bici separados del resto del tráfico) o cualquier número de «retoques» para promover un uso más equitativo de la red viaria (cambiar los planes de circulación del tráfico, como hacer que una calle sea de sentido único para ofrecer una ruta más directa al tráfico ciclista, reducir los límites de velocidad de los barrios, optimizar la gestión del tráfico en los cruces, etc.).
Todo ello requiere decisiones estratégicas, especialmente en ciudades que no siempre están diseñadas para el transporte activo. La política de planificación tiene que permitir la plena integración de los modos activos de transporte -en contextos en los que son más vulnerables y, por tanto, se han percibido, hasta hace poco, como menos prioritarios- en la gestión intermodal del tráfico. Esto es importante, porque para que los modos activos de transporte sean la alternativa perfecta al viaje diario en coche, tienen que funcionar en complementariedad con el transporte colectivo, formando una cadena racional de movilidad. Los territorios urbanos periféricos pueden beneficiarse de enlaces de viaje que ofrezcan una alternativa segura al automóvil. Promoviendo los modos de transporte activos podemos situarlos en el centro de nuestras políticas de movilidad. La evolución en este sentido se acelera en todas partes desde hace algunos años, y Egis contribuye activamente al cambio.
¿Cómo? Ayudando a las administraciones a hacer realidad sus planes de transformación de la movilidad y trabajando en todo tipo de proyectos, como carriles bici y pasos de peatones, planes de circulación del tráfico, interfaces de redes de transporte colectivo, gestión de cruces, consultoría y equipamiento: para aparcamientos, servicios, señales, etc.