En Europa, el ruido se sitúa justo detrás de la contaminación atmosférica como principal causa de enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es algo que debería obligarnos a reconsiderar la cuestión del ruido en el entorno urbano. Pero, ¿cómo? Podemos empezar por vigilar el impacto del ruido en la salud. En contra de la opinión generalizada, no todo el ruido es perjudicial. El reto, sin embargo, es cómo dar prioridad a los ruidos que mejoran el bienestar del habitante de la ciudad. Para afrontar este reto de forma eficaz y sostenible, la ingeniería emocional es el complemento perfecto de un diseño acústico innovador.
El ruido es omnipresente en las ciudades. Y no es sólo una molestia, sino un riesgo para la salud. Casi el 40% de los habitantes de las ciudades de más de 250.000 habitantes están expuestos a niveles nocivos de ruido (más de 60 decibelios) como consecuencia del tráfico rodado. Y los efectos nocivos del ruido no se limitan a los daños auditivos: también incluyen fenómenos extraauditivos como el estrés, la hipertensión arterial, problemas de visión e incluso depresión.